La peonza
Un texto de Franz Kafka

Un filósofo solía ir a donde los niños jugaban. Veía a uno de ellos que tenía una peonza y se ponía al acecho. Apenas giraba la peonza, el filósofo la perseguía para cogerla. Que los niños gritaran e intentaran apartarle de su juguete, no le importunaba lo más mínimo. Si lograba coger la peonza mientras giraba, era feliz, pero sólo un instante, luego la arrojaba al suelo y se iba. Creía que el conocimiento de una pequeñez, por lo tanto también, por ejemplo, de una peonza girando, bastaba para alcanzar el conocimiento general. Por eso mismo no se ocupaba de los grandes problemas, lo que le parecía antieconómico; si realmente llegaba a conocer la pequeñez más diminuta, entonces lo habría conocido todo, así que se dedicaba exclusivamente a estudiar la peonza. Y, siempre que comenzaban las preparaciones para hacerla girar, tenía la esperanza de que esa vez lo conseguiría, y cuando giraba corría tras ella poseído de la esperanza de una certeza, pero en cuanto sostenía ese burdo trozo de madera en la mano le daban náuseas, y el griterío de los niños, que antes no había escuchado y que ahora resonaba de repente en sus oídos, le impulsaba a huir, girando como una peonza bajo un látigo poco hábil.

Este texto («Der Kreisel») fue hallado en un manuscrito fechado en el «convoluto 1920», en una hoja suelta. Es probable que el texto fuera redactado poco antes del 18 de diciembre de 1920. Título de Max Brod.

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Revista Judia de Cultura
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